Julio de 2004

Lo confieso: no he hecho el Camino de Santiago.

Me he privado de esa experiencia iniciática que cambia a las personas por dentro y por fuera. Nunca he tenido la curiosidad de observar cómo el camino penetraba en mí a medida que yo penetraba en el camino. Cuando observo a esa gente maravillosa que con una camisa del Coronel Tapioca, una mochila y un bastón recorren media España para llegar al centro espiritual de sí mismos, no me producen ninguna envidia. Y no es que ignore el significado cultural, religioso y esotérico de ese recorrido, pero se trata de un conocimiento meramente racional. No he logrado que toda esa información dé el salto desde el cerebro al corazón. No soy capaz de transformar los impulsos cerebrales en movimientos emocionales.

Soy raro, sí, pero sincero. Les juro que llevo toda la vida oyendo hablar de la transformación que sufren los peregrinos, pero no he logrado verla. Tuve un jefe que era un miserable y que continuó siendo un miserable tras hacer el Camino. Desde que tengo uso de razón, cuando llega esta época del año, los periódicos publican fotografías de gente importante que ha decidido hacer el Camino. Si toda esa gente hubiera cambiado por dentro después de la experiencia, el mundo sería mejor, porque estoy hablando de ministros, de jefes de Estado, de reyes, de presidentes de Gobierno… Fraga Iribarne, por no irnos más lejos, ha hecho el Camino de Santiago 20 veces y, con toda franqueza, no le hemos visto evolucionar desde ningún punto de vista.

Yo, en cambio, que soy espiritualmente tosco porque no he peregrinado a ningún sitio, estoy en contra de la pena de muerte y de la tortura y de la explotación laboral y del tráfico de influencias. A veces, no digo que no, me dan ganas de coger un cayado y ponerme en marcha, para que mis vecinos no digan que soy raro, pero, visto lo visto, me da miedo volver a casa estando a favor de cosas que siempre me han parecido intolerables. O sea, que las ventajas iniciáticas del Camino están por demostrar. Otra cosa es que a uno le guste andar.

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Camino de Santiago…

Movilidad – Andar, caminar…

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