Ultima Hora, FDS, 16 de agosto de 2002

Osel Hita Torres estuvo en Eivissa en julio de 2002. Tiene una trayectoria vital poco corriente. Según los religiosos tibetanos, es la reencarnación del difunto lama Yeshe, que había venido a Europa para responder al enorme interés por el budismo que hay por aquí.

No sé si ha leído usted «Siete años en el Tíbet». Este libro recobró cierta fama tras el estreno de «Kundun», la película de Martin Scorsese. El autor, Heinrich Harrer, llegó al país durante la segunda guerra mundial. En aquella época, el actual Dalai Lama era un joven lleno de curiosidad por todo. Harrer fue llamado al palacio de Potala para contestar sus preguntas. En el proceso debió aprender bastantes cosas sobre el Tíbet. Sigue una cita del libro.

«Hay una anécdota que demuestra hasta qué punto el decimotercer Dalai estaba penetrado de la importancia de su misión. Deseoso de promulgar nuevas leyes, tropezaba con la resistencia de sus ministros; éstos le recordaban la actitud que antaño adoptara el quinto Dalai Lama en una ocasión semejante. Y entonces el decimotercero exclamó:

– ¿Y quién era aquél, sino yo mismo?

Esta contestación disipó los últimos escrúpulos de los disconformes. En efecto, el decimotercer Dalai, Buda Viviente, reencarnación de sus doce antecesores, se identificaba con ellos».

Mi lectura: el único que se lo creía, o hacía como que se lo creía, era el propio interesado. Los demás, a pesar de haber estudiado durante años y años las teorías budistas sobre la transmigración de las almas, etcétera, pensaban que cada Dalai Lama había sido un ser humano diferente, con sus manías, sus caprichos y su propia personalidad. No sé si Harrer decía eso. Pero es lo que leo yo.

Mi primer contacto con el budismo fue a través de los ojos de Kipling. Es uno de los escritores que más me han cambiado la vida. En su libro «Kim«, del que ya hemos hablado en estas páginas, aparece un lama tibetano que responde totalmente al modelo del «guru», del maestro que todos querríamos tener. Es un ser humano increíblemente elevado. Y por lo mismo, próximo e inteligible, como el Mahatma Gandhi. Su espíritu vuela tan alto que todos lo podemos ver, por hundidos que estemos en la ciénaga de ilusiones que es este mundo.

La verdad está ahí fuera. Yo no tengo ninguna certidumbre sobre las teorías budistas. Pero es una filosofía que me interesa mucho. Algún día espero tener ocasión de hablar de todo esto con Osel Hita Torres.

>>>