Rafael Poch - China inaugura el ferrocarril del Tíbet

 

La Vanguardia, 1 de julio de 2006

 

China inauguró hoy, sábado, el ferrocarril del Tíbet, la vía férrea más alta del mundo y un hito de la ingeniería de obras públicas. A las 9,30 de la mañana un tren de dieciséis vagones partió de la estación de Pekín con destino a la capital tibetana, Lhasa. China ha hecho del evento una gran ocasión. Se espera que el Presidente Hu Jintao participe en los actos de inauguración en la ciudad de Golmud, en la provincia de Qinhai, de donde parte el ramal recién construido.

El viaje desde Pekín dura 48 horas, con seis paradas en su trayecto de 4.000 kilómetros, con una velocidad máxima de 120 kilómetros por hora. El 80% de los 1.110 kilómetros entre Golmud y Lhasa, el nuevo tramo, transcurre a una altura superior a los 4.000 metros, de los que el Paso de Tanggula, a 5.072 metros, es el más alto. En el lugar se pondrá una placa que diga; "5.072 metros, la vía férrea más alta del mundo", explica el Viceministro de ferrocarril, Sun Yongfu.

"Con este tren hemos realizado muchas innovaciones y avances, ningún país había construido un ferrocarril en una zona de tierra helada tan alta como ésta", dice el viceministro.

El suelo helado, la gran actividad sísmica de la zona, sus condiciones climáticas extremas y la gran altura, hacen que ésta haya sido una obra mayor y compleja.

La vía se ha construido sobre pilares durante muchos kilómetros para lograr un trazado más firme sobre un suelo inestable, permanente o parcialmente congelado a lo largo del año. También se ha establecido un sistema de control del terreno helado, para registrar los cambios de la temperatura del suelo y posibles deformaciones del trazado, explica Sun Yongfu.

Los planes iniciales de presurizar los vagones, como los aviones, se abandonaron en beneficio de un sistema de suministro suplementario de oxígeno en el trayecto Golmud-Lhasa, cuya altura hace que la presencia de oxígeno en el aire se reduzca a la mitad. Cada vagón, de fabricación canadiense, dispone de un generador de oxígeno propio que alimenta dos sistemas: el general de aire acondicionado del vagón y el de las máscaras individuales de que dispone cada pasajero bajo su asiento o litera. En los primeros viajes por lo menos un médico viajará en cada convoy.

El trayecto desde Pekín cuesta 39 euros en asiento y 81 o 126 euros en litera "dura" o "blanda". El precio más alto significa alrededor de la mitad de la tarifa aérea. Otros trenes unirán Lhasa con Chengdú, la capital de Sichuan, y Chongqin, en el este, así como con Lanzhou, la capital de Gansú, que queda al noreste de Tíbet.

Hasta ahora, la carretera de dos carriles Golmud-Lhasa era la principal arteria de comunicación de Tíbet con el exterior, respondiendo del 85% del tráfico de mercancías. Un estudio de la Academia de Ciencias China estima que el ferrocarril absorberá tres cuartas partes de ese tráfico, ahora monopolizado por camiones. Otras tres carreteras acceden a Tíbet desde las provincias de Xinjiang, al noroeste, Sichuan, al este, y Yunnan, al sureste. Pero la importancia de este ferrocarril trasciende a la propia integración territorial de China.

Este ferrocarril va a tener también grandes consecuencias para toda la región del Himalaya, aliviando su aislamiento geográfico. El proyecto chino no se acaba en Lhasa, sino que incluye una red ferroviaria en Tíbet, con Lhasa en el centro, que alcance hasta las zonas fronterizas con Bhutan, India y Nepal, con los que el contacto es hoy complicado y escaso.

A 460 kilómetros de Lhasa, Yadong es una ciudad fronteriza de Tíbet, que queda a sólo 300 kilómetros de Thimbu, la capital de Bhutan, y a unos 600 de Dacca, la capital de Bangla Desh. La reciente decisión de reabrir, este julio, el paso fronterizo de Nathu La, entre Tíbet y la región de Sikkim, en India, pone el puerto de Calcuta a tiro de las mercancías chinas procedentes de Tíbet y abrirá esta región, así como el mercado chino, a los productos indios. En Nepal, geográficamente condenado a una dependencia comercial casi exclusiva con India, el nuevo ferrocarril chino también ha abierto muchas expectativas.

La obra ha costado 2.000 millones de euros. De ellos, 154 millones se han destinado a prevenir posibles daños medioambientales. Karma, un trabajador tibetano de 26 años empleado en la línea, declaró que, en junio de 2004, las obras se pararon durante quince días en su tramo para permitir que un millar de antílopes que querían cruzar el lugar en su emigración anual lo hicieran. Los animales se habían concentrado en el paso, ahora atravesado por el ferrocarril, y no se atrevían a cruzar la línea bajo sus pilares por miedo al ruido de las máquinas. "Nos pusimos en contacto con la oficina de obras y se suspendieron los trabajos", declaró al "China Daily".

"Basándose en años de observación de los movimientos migratorios, los especialistas han abierto toda una serie de pasos para minimizar el impacto del ferrocarril sobre los movimientos migratorios de los animales", explica el diario.

En el trayecto se ha prohibido todo vertido de basura o desechos del tren, dice el viceministro. Lavabos y retretes no desaguan a la vía.

"El ferrocarril cambiará radicalmente el atraso en infraestructuras de las regiones occidentales, aumentará el nivel de vida de todas las minorías étnicas y fortalecerá el desarrollo de la industria turística", dice la portavoz de Exteriores china, Jiang Yu. Pero la nueva línea no sólo aporta ventajas, sino también muchas preguntas.

"El desafío del desarrollo es realizar los cambios necesarios, sin dañar la delicada ecología de la región", escribe en "The South China Morning Post" Laurence Braham, un analista de Pekín, según el cual, si se opta por construir en Tíbet grandes hoteles e instalaciones para turistas, como se ha hecho en el resto de China, se destruirá toda perspectiva de un turismo sostenible. "El desarrollo debe ser replanteado con sensibilidad local a fin de que aporte el máximo de provecho para la población local", dice.

Dos grupos del exilio tibetano han mantenido estos días una campaña de protesta por la inauguración. En Nueva Delhi un grupo de tibetanos intentó saltar las verjas de la embajada china, lo que concluyó en algunas detenciones. "El gobierno chino dice que este ferrocarril beneficiará a los tibetanos y que todos ellos lo desean, pero nosotros sabemos la verdad: el ferrocarril es sólo un medio para consolidar el control de Pekín sobre la región", señalaba un comunicado de esa campaña.

Durante los cinco últimos años de construcción de la línea se han descubierto más de cien fuentes de agua mineral. El ingeniero Lu Yan dice que esa agua podría ser un artículo de exportación; "estuvimos preguntándonos qué podríamos exportar al resto de China desde aquí, y ahora resulta que podríamos exportar agua mineral de Tíbet", dice.

rapofe@hotmail.com

 

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