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En la década
de los años setenta
del siglo pasado
(parece que fue ayer),
era costumbre poner
en el salpicadero del “Seat 600”
una plaquita con la foto
de dos churumbeles
rollizos y repeinaditos
y el ruego “Papá, no corras».
Pensaba en esto leyendo los avisos meteorológicos
cómodamente sentado en mi sillón:
olas de siete metros, rachas de cuarenta y cinco nudos.
Me llega de NAUCHERGlobal
un vídeo que muestra la mar pasando por encima
del espigón del Port Olímpic de Barcelona
y desplomándose sobre los amarres de la deportiva.
La que está cayendo es pequeña.
No me siento intranquilo.
Sé que la deportiva se queda en casa;
la mercante y pesquera se lo tomarán con calma,
y ángeles vestidos de verde picoleto, gris naval
o con el ancla de Salvamento Marítimo o una cruz roja
están ahí, en el canal 16,
dispuestos a dar un último beso a la mujer y los niños
y salir ahí afuera sin mirar el parte del tiempo
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Amanuense – Tres puntos – Curso 2019/2020
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